Sueño de la Educación Superior de los Pueblos Indígenas
El diálogo entre
la educación y los pueblos originarios resulta interesante, pero también está
lleno de malestares, porque precisamente la educación que trajeron los
colonizadores a nuestras tierras no es una historia que quedó en el pasado,
sino que se sigue reproduciendo la herencia colonial y, sobre todo, reforzando
la hegemonía cultural, política y económica de occidente. Es decir, lo que
tenemos hoy es una educación colonial, machista, católica, individualista,
patriarcal y universal; una educación que ha desconocido los saberes
ancestrales de los pueblos originarios de Abya Yala. Como lo dijo un día el
maestro Santiago Castro1,
“durante los
últimos 516 años, no ha sido posible el reconocimiento de la pluralidad
epistémica del mundo. Por el contrario, una sola forma de conocer el mundo, la racionalidad
científico-técnica de Occidente, se ha postulado como la única episteme válida, es decir, la única capaz de generar
conocimientos verdaderos sobre la naturaleza, la economía, la sociedad, la
moral y la felicidad de las personas. Todas las demás formas de conocer el
mundo han sido relegadas al ámbito de la doxa, como si fueran
el pasado de la ciencia
moderna, y consideradas incluso como un “obstáculo epistemológico” para
alcanzar la certeza del conocimiento”.
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1 Castro, Santiago.
(2006). “El capítulo faltante de Imperio. La reorganización posmoderna de la
colonialidad en
el capitalismo Posfordista.” Conferencia dictada en el seminario “Descolonizar el
pensamiento: reto actual de la pedagogía latinoamericana”. Doctorado en
Educación, línea
Estudios
Interculturales. Medellín: Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.
Propuesta de creación de la Escuela de Gobierno Indígena y la
Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra
La educación que
proponemos debe estar en capacidad de incluir en los procesos formativos de las
nuevas generaciones a las sabias y los sabios de la comunidad, a artesanas y
artesanos, botánicos, historiadores, líderes y liderezas, entre otros; mientras
al mismo tiempo se propicia el diálogo de saberes con otras culturas, desde una
perspectiva crítica, creativa y transformadora que permita romper con penosos y
delicados procesos históricos de asimilación, aculturación y pérdida de la
identidad. De este modo, la experiencia de la Escuela de Gobierno y
Administración Indígena y la
Licenciatura en
Pedagogía de la Madre, que venimos construyendo en equipo la Organización
Indígena de Antioquia y la Universidad de Antioquia, se nutren del pensamiento
que los pueblos originarios han mantenido desde siempre. En la justificación de
dichos programas2
planteamos
que:
“Todos los
pueblos indígenas de la tierra, todos, absolutamente todos, decimos que la
tierra es nuestra madre, que todos los seres que habitamos somos sus hijas e
hijos, porque dependemos de ella en cada instante de nuestras vidas, porque la
estructura de nuestro cuerpo es igual al de la tierra”.
“Nuestro hígado,
nuestros pulmones, nuestros huesos, la sangre que corre por nuestras venas son
iguales a las quebradas, a las montañas, a los diferentes ecosistemas que hay
en la madre tierra”…
“Por tanto hay
que protegerla, porque está tanto en nuestro propio cuerpo como en el aire que
respiramos, el agua que bebemos, el sol que nos calienta y las plantas y
animales que nos dan su sustento”.
“La Educación
hasta ahora ha significado un aparato represivo que ha negado sustancialmente
la sabiduría de los pueblos, por eso encontramos en los caminos de Abya Yala
pueblos que se avergüenzan de su rostro, de su identidad, de sus tradiciones,
de su lengua, porque toda la transmisión desde la escuela ha sido ajena a sus
tradiciones”.
“La Escuela que
hoy tenemos no da cuenta de la hermosura de la vida, de la armonía entre los
seres, de la colectividad; hasta hoy han tratado a la niña y al niño como
objetos, porque sus métodos han sido simplemente la transmisión de la
información”.
“No se recrea el
conocimiento, el currículo gira es alrededor de las necesidades laborales de
una economía que sólo piensa en la ganancia, no en la calidad de vida de la
gente”.
“Un maestro o una
maestra indígena cumple no sólo un papel de mero docente, sino de puente de
diálogo entre los saberes ancestrales y los saberes de la cultura dominante y
otras culturas con las cuales interactúa su
comunidad. Se espera por tanto que esté en capacidad de servir de orientación y
guía en la toma de decisiones y genere iniciativas que contribuyan con el
bienestar del colectivo”.
2 Presupuestos
iniciales para la creación curricular de la Licenciatura en Pedagogía de la
Madre Tierra.
Medellín: Organización Indígena de Antioquia y Facultad de Educación,Universidad de
Antioquia. Octubre de 2006 trabajo).
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